El Real Madrid no está en estado de alarma, está en la UCI. Parecía que no podía jugar peor que ante el Cádiz. Y tanto que podía. Los de Zidane perpetraron un indigno primer tiempo que acabaron perdiendo 0-3 ante un Shakhtar con ocho bajas. Mención especial para la deplorable actuación de Militao, que falló en todos los goles. En la reanudación Modric primero y Vinicius después dieron esperanzas para la remontada, pero el Madrid se quedó rápido sin fuelle y estuvo más cerca el 2-4 que el 3-3. Pésimas sensaciones del equipo de Zidane y el sábado, el Clásico.
A Zidane le gusta dejar su sello en las alineaciones más que a un cayetano ponerse un chaleco de Scalpers. Da igual que el Real Madrid venga de su primera minicrisis tras la derrota ante el Cádiz, Zizou no iba a dejar de hacer funambulismos en su alineación. Zidanadas, vamos. Contribuía de un lado la presencia enfrente de un Shakhtar capitidisminuido por el coronavirus y de otro el hecho de tener el Clásico a la vuelta de la Champions.
Ante los ucranianos Zidane sentó en el banquillo a un Benzema (casi) siempre intocable. Tampoco jugaban ni Kroos ni Vinicius, que tienen todas las papeletas para ser titulares ante el Barcelona, ni un Isco que apunta a suplente. También era novedosa la presencia de Mendy en el lateral derecho y la pareja de centrales Varane-Militao ante la ausencia de Sergio Ramos más por precaución que por lesión. Arriba compartían terna Rodrygo, Asensio y Jovic, tridente inédito para el Real Madrid.
Bastaron 20 segundos de juego para comprobar que el Madrid había salido con otra cara, con otro interés, con otro rollo distinto al que tuvo ante el Cádiz. Velocidad con la pelota, presión alta sin ella. Asensio y Rodrygo con libertad para intercambiar sus puestos en ataque con Modric más como un mediapunta que como un centrocampista.
Pronto cercó el Real Madrid el área del Shakhtar, pero pronto avisaron los ucranianos en una contra tras una pérdida de Modric que abortó bien Militao. Pero, claro, como el brasileño ni sabe ni puede hacer dos cosas buenas seguidas, encadenó ese acierto con una enorme cantada al dejar solito a su espalda a Marlos, que se plantó solito ante Courtois. El meta belga sacó no una mano sino un pie salvador que evitaba el 0-1 del Shakhtar.
Un Madrid descosido
Pronto volvió a las andadas el Real Madrid. Sus despistes defensivos dieron alas a los jugadores del Shakhtar, que se sentían como si fueran hasta las trancas de Red Bull. Zidane se desesperaba en el banquillo y el madridismo silbaba en masa a sus televisores. Los blancos perdieron el hilo de la presión y de la pelota. Demasiados pases horizontales inocuos para la poblada defensa ucraniana.
Por situarles. Pasaron 25 minutos y el Madrid apenas llevaba un tiro a puerta que había protagonizado Asensio al poco de comenzar el partido. Se veía venir el susto. Y vino. La jugada fue una sucesión de cantadas defensivas que inauguró, quién sino, Militao. Ni supo anticipar, ni supo cuerpear, ni supo cruzarse. Es una vergüenza verle no ya jugar en el Real Madrid sino de ganarse la vida con el fútbol. Luego también cayeron como fardos Varane primero y Marcelo después. Al final Teté cruzó la pelota ante la media salida de Courtois.
La cosa se ponía fea para el Real Madrid y para Zidane antes de la media hora. Y se puso peor en el 32 cuando Varane hizo de delantero y se marcó en su portería un gol tras un rechace al centro de Courtois. La tragedia sobrevolaba Valdebebas mientras el madridismo pensaba en grúas, en techo retráctil, en piel envolvente, en un césped de quita y pon… y en Mbappé.
El dañino Militao
El show de Militao continuó, igual que el ridículo colectivo del Real Madrid que, aunque no se lo crean, encajó el tercero. Lo hizo incluso antes del descanso en una jugada en la que el central brasileño demostró desidia, falta de colocación y torrija a partes iguales. Dejó que Solomon, su par, condujera, se metiera en el área e hiciera el 0-3. Ni el más pesimista de los madridistas se lo podía creer.
Las caras de los futbolistas del Real Madrid era un funeral de estado. La de Zidane también. La de Florentino, ni les cuento. El intermedio debía servir para hacer examen de conciencia y propósito de enmienda. Y el segundo tiempo sólo podía tener puerta grande o enfermería. Zizou, que podía cambiar medio equipo, sólo hizo una variación: Benzema por Rodrygo. Fin al descanso de Karim.
Salió a mandar el Real Madrid, obligado por las circunstancias, mientras que el Shakhtar tenía el partido en el bolsillo y lo sabía. Un zapatazo de Modric en el 53 era el principio de la remontada. O podía serlo. Fue un derechazo marca de la casa que sellaba un esperanzador 1-3. Los blancos tenían tiempo para la heroica, veríamos si ganas también.
Intento de remontada
Zidane, que seguía manteniendo a Militao en el césped a pesar de todas sus tropelías, movía su segunda ficha: Vinicius por Jovic. El Real Madrid volvía al 4-3-3 con Vinicius, Asensio y Benzema arriba. El brasileño dio un ejemplo de cómo salir al césped. Presionó a un rival, se la robó, avanzó al área y marcó por bajo justo al filo de la hora de partido. Bien por Vini.
El Real Madrid tenía la remontada a punto, pero el Shakhtar perdonó el cuarto en otra cantada de Militao. Lo evitó Courtois, que achicó bien el espacio. Los blancos tenían tan cerca el 3-3 como el 2-4. La ocasión metió el miedo en el cuerpo al Madrid, que levantó el pie. Zidane sacó del campo a Modric y metió a Kroos.
Al equipo blanco se le iba consumiendo el tiempo como a un ajedrecista que se piensa demasiado qué ficha mover. Y se le consumían también las fuerzas. El partido ya no tenía ningún corsé táctico. El Real Madrid atacaba como en el patio del colegio: uno centraba y todos en el área esperándola. El Shakhtar se guardaba para las contras. En una de ellas llegó el 2-4, anulado con acierto por el colegiado por fuera de juego de Teté.
Lo intentó el Real Madrid hasta el final, pero ni el talento ni el fuelle le daban. No hubo remontada, ni siquiera igualada. No hubo heroica, a pesar de un postrero 3-3 de Valverde, bien anulado por un fuera de juego posicional y clamoroso de Vinicius.
Se consumó la derrota y los de Zidane entraron en la Champions de la peor forma posible: con una derrota en casa ante el equipo más asequible del grupo (¿y no lo será el Madrid?) y que llegó a Valdebebas con ocho bajas. Tocará remar y mucho para meterse en octavos de la competición que, digan lo que digan y vendan lo que vendan, es la favorita del madridismo.